Ayer, 24 de agosto nuestro pequeño Caramelo empezó la escuela.
Como buenos papás primerizos en este asunto de llevar a su hijo a la escuela, pensamos que la culpa causada por los incontrolables llantos de nuestro pedacito de luna nos iba hacer regresar a casa los tres juntos. Sin embargo, los que conocen la seguridad e independencia que tiene mi hija no se sorprenderán de saber que ni medio esbozo de tristeza se dibujó en su rostro.
Por un lado te da gusto saber que tu hija es fuerte, independiente y con carácter, pero no puedes dejar de sentir un poquito de "tristeza" (ojo! Está entre comillas), por saber que a tu hija le importa un pepino si sus papás están con ella o no...
Dicho esto, nos fuimos mi mujer y yo muy tranquilos viendo que Montserrat ni siquiera nos volteaba a ver, y que los llantos de algunos otros niños no le causaban ni tantita curiosidad...
Aquí pueden encontrar algunas fotos de tan magno evento...
